El Gran Wyoming presenta su nuevo libro, «La furia y los colores», en el madrileño escenario del Teatro del Barrio. El popular presentador de televisión de “El Intermedio” repasa en este escrito la historia de la España de la Transición sin pelos en la lengua.

Por Cris | El Gran Wyoming presentaba esta mañana su nuevo libro, “La furia y los colores”(Editorial Planeta). Un encuentro en el madrileño espacio escénico del Teatro del Barrio, José María Monzón, que hace ya muchos años cambiaba el estetoscopio por la guitarra, medio siglo después sigue en las mismas. Porque para él “ir a la universidad del tardofranquismo era toda una aventura”. Con la actualidad de los últimos tiempos, el popular presentador de televisión de “El Intermedio” ha decidido echar la vista atrás y contar con su particular estilo mordaz la peculiar historia de la España de la Transición por quien un día fue un médico melenudo sin pelos en la lengua.
Sexo, rebeldía y rock & roll
“La furia y los colores”, no solo es el cuarto libro que publica un mes de noviembre, sino que es un libro de memorias y un genial desahogo panfletario que aparentemente parece que en sus páginas serán las peripecias juveniles de un estudiante de medicina metido a médico, pero que en el fondo es la historia de una generación que vivió una transformación social, política y económica en primera persona.
Sorprendente y divertido, Wyoming habla de esa furia y esos colores a través de un retrato de su vida y de su entorno: “La policía , que estaba en todos los lados, es la furia, y la música, que estaba también en esa España, representa los colores”, detallaba el presentador.
A José Miguel Monzón, cuya comodidad contando mil y una anécdotas al respecto de lo que recoge en este libro, corresponde que la generación que ha vivido estos últimos cincuenta años ha vivido “la mejor época de la humanidad”. Wyoming apuntaba que “han sido unos años en los que no hemos tenidos guerras, tenido un espacio donde se iba acomodando lo económico y en el que se han incorporado tal cantidad de avances tecnológicos y sociales, como la mujer a la sociedad. La mujer no hablaba por educación. Esto lo he mamado… Todo esto era un tsunami que arrastraba en un sentido, la libertad”.
“… En la universidad había policías infiltrados. Tenían un censo, se llevaban a cualquiera”
José Miguel Monzón, El Gran Wyoming
En sus páginas hay un feroz retrato de la Transición, de las contradicciones entre la España heredera de la dictadura y la que despertaba a la modernidad de los ochenta. Las drogas, el sexo y la música se mezclan con la política y la lucha por encontrar su lugar profesional, su sitio en la vida: “el libro es un intento de contar el final de los 70 y principio de los 80 como yo lo viví. A través de una experiencia colectiva he intentado retratar como testigo de ello aquella época”, apuntaba Wyoming durante la presentación moderada por Ángeles Aguilera, editora de la Editorial Planeta.
Una época en la que “se vivía con euforia”. Y ese sentimiento se deba ver en el libro, donde hay una convivencia dual de la psicodelia, no solo de la música, sino también de los hechos que ocurrían a diario: “el sistema de represión era tremendo. En la cárcel de Carabanchel había 5000 presos que esperaban. En la universidad había policías infiltrados. Tenían un censo, se llevaban a cualquiera”, explicaba el presentador de “El Intermedio”. “Antes había un vacío de poder que nadie se atrevía a reprimir. Todavía hay gente que está siendo juzgada. Este país sigue siendo singular. No hemos entrado por pleno derecho en las democracias occidentales”, añadía durante la presentación de “La furia y los colores”.
Una foto de portada

Nosotros estamos pagando una penitencia eterna. Fernando VII nos apartó de la modernidad para siempre y luego fue la guerra civil. No dejaron aislados. Somos el único país donde el fascismo triunfó. Es una ideología que siempre ha estado”
Sobre la fotografía elegida para la portada del libro, y entre chascarrillos que mantienen un ambiente lleno de comicidad, Wyoming señalaba la foto apuntando “cuando llega la Libertad mirar en qué me convierto”. Y entre risas señala que se ha hizo un amigo: “me la hizo un amigo fotógrafo con el que hacíamos estas cosas… claro que el hachís circulaba y era gratis”.
Compartía que el look con el que se le ve en la foto también le conllevó situaciones no tan propias de un hombre del espectáculo: “solo por llevar el pelo largo me dieron de hostias un día”.
“No tuve las ventajas que tuvo Pablo Casado y tuve que estudiar”
El Gran Wyoming sobre sus diez años de estudio de Medicina.
¿Y por qué estudiar medicina cuando quería ser músico? El músico “insolvente” declaraba que “entrar en la universidad para mis padres era un salto cualitativo enorme”. Ello no le libró de estudiar durante diez años medicina, careciendo totalmente de las ventajas para conseguir un máster que parecen tener últimamente nuestros políticos.
Además de represión política, de música y del movimiento pijolis que fue la movida madrileña, El Gran Wyoming reconoce que para él lo que hace “no es trabajar”. Y es que, se siente un afortunado: “Todo trabajo tiene tres elementos: lo que te supone mentalmente, el tiempo que te va a costar y la pasta que te va a aportar”. Reconociendo que en su caso es así, añade su sentir sobre la fama en la que la era digital le ha hecho flaco favor a los personajes populares: “La fama tiene una ventaja: la hostelería, comer de puta madre cuando vas a un restaurante, y te hace entrar en contacto con gente que siempre has admirado”, comenta con naturalidad.
Y aunque seguro que hay Wyoming para rato, de cara a hablar de retirada señala que “la jubilación se va a parecer mucho a mi vida laboral. Lo que yo recuerdo de mi vida no son mis dos horas de trabajo, sino las otras ventidos. Aunque tengo un método de liberación con mi banda de rock and roll, yo sufro mucho con lo que cuento, salgo angustiado. Durante estos 14 años de “El Intermedio” siempre han sido los mismos protagonistas. Tarde o temprano me voy a tener que retirar porque ahora hablo mucho de política y antes era ese”, concluye señalando al chaval de portada de “La furia y los colores”.
Y como la risa llega hasta el final, el presentado recomienda el libro, aunque “La compra no obliga a la lectura”, concluye Wyoming… aunque en esta ocasión no hay que hacerle mucho caso.