Crítica de “La vida resuelta”, una comedia de Marta Sánchez y David S. Olivas.

UN RETRATO DE UNA GENERACIÓN DE TREINTA Y TANTOS

  • “La vida resuelta” triunfa en los Teatros Luchana, una comedia escrita por Marta Sánchez y David S. Olivas y dirigida por Juan Pedro Campoy. 
  • Esta obra explora, desde una guardería, las expectativas que tenemos de nuestro futuro y la frustración que supone que la realidad no se corresponda con los sueños de nuestra infancia.
  • Profunda e hilarante a partes iguales. 

la vida resuelta

Por Raquel | Una guardería y una sola plaza vacante. Este es el punto de partida de “La vida resuelta”, una comedia que reúne a un grupo de personas muy diferentes pero con una característica común: pertenecen a la generación de treinta y tantos y poco a poco, ven como sus expectativas no se corresponden con la realidad. Sus sueños de futuro, a medida que el tiempo pasa, se van ahogando entre las circunstancias que les rodean. La guardería es el entorno en el que ellos, adultos hechos y derechos, cada uno con su pasado a la espalda y su coyuntura, se comportan como niños, comparando lo que querían ser con lo que son. Pues los ojos de un niño son los únicos capaces de ver la verdad.

Unos personajes muy bien construidos, que abarcan realidades muy diferentes, llenan una historia que, gracias a su magistral texto, se convierte en un retrato fiel de una generación con los sueños rotos: la generación de los treinta y tantos. No es fácil que el espectador pase tan fácilmente de conmoverse en su butaca a reírse a carcajadas y esta es una de las obras que lo logra. Un retrato fiel de la vida misma, y diálogos inteligentes que provocan la hilaridad, dándole color a esta gran obra.

Además, la puesta en escena, aunque no sea espectacular (la obra tampoco lo pide), ambienta a la perfección estos relatos entrecruzados que son la obra ( y que es la vida). Unas interpretaciones de gran calidad, de la mano de Carlos Santos, Berta Hernández, Rodrigo Posión, Nuria Herrero y Cristina Alcazar, hacen el resto para completar este cementerio de la infancia en el que se torna, de un plumazo, la guardería y sus vidas. No es fácil tener la vida resuelta, aunque de niños pensáramos, inocentes, que a los treinta y tantos eso ya estaría superado.

 

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